Desde que el año 2.008 que retomé las carreras y el
atletismo, no había faltado a ninguna edición de la San Silvestre de Membrilla,
y este año mi participación se estaba poniendo en riesgo por culpa de esta
lesión que no quiere irse, pero mi ilusión por correr la 9ª edición consecutiva
de esta carrera que incluso gané de pequeño en categorías menores hace unos
“teitantos” años, era muy grande y aunque no era la mejor idea para mi
recuperación conseguí convencer al físio-adaptador para que me dejase
participar y así lo hice.
A las 16:30 llegábamos en familia a recoger el dorsal al
Casino Manchego, pues este año, también se había animado Ángela a correr por
primera vez esta prueba, la San Silvestre de Membrilla, así pues Virginia en
categoría alevín, Jorge como cadete, ambos de primer año, Ángela en categoría
de veteranas y yo en categoría veteranos B, cogeríamos cada uno nuestro dorsal
y nos dispusimos, sin duda, hacer una despedida del año en familia y haciendo
deporte, quien me lo iba a decir hace unos años.
La primera en hacer acto de presencia sería Virginia, que
por primera vez correría en competición una distancia superior al kilómetro,
concretamente una vuelta al circuito A, que constaba de 1070 metros, y donde mi
preocupación era que hiciese una carrera conservadora, pues está acostumbrada a
salir dándolo todo, y esta vez había que regular.
Hizo una carrera, sorprendente, pues saliendo desde la cola
fue remontando posiciones poco a poco hasta llegar a meta en cuarta posición,
cerca de la tercera clasificada, siendo las tres primeras atletas
experimentadas, un año mayores que ella, por lo que la satisfacción de verla
llegar contenta y disfrutando de una buena carrera hizo que mi alegría fuese
mayúscula.
Con esa alegría me cambié de ropa y aunque poco, calenté un
par de kilómetros para ver las sensaciones y atisbar si las molestias me
impedirían disfrutar del momento, la temperatura era muy baja y la niebla
apenas dejaba ver 100 metros.
Se dio la salida y sin noticias de mis dolores me encontré
cerca del primer kilómetro a un ritmo muy cercano a 4 minutos, por lo que a
pesar de ir cómodo decidí aminorar la marcha, pues tras tanto tiempo sin correr
no sabía cómo podían responder mis piernas, mi corazón, mis rodillas, mis
isquios, mi cadera, mi cabeza…., así pues tras bajar el ritmo cogí un pequeño
grupo de atletas del club de los Trotones de La Solana e hice las siguientes 3
vueltas a un ritmo más lento, aunque muy cómodo.
Sorprendentemente para mí, el dolor o molestias no existían
apenas, un cosquilleo y algún “roe, roe” en la rodilla, pero con la adrenalina
de la carrera el dolor era muy leve, por lo que la última vuelta fue para darla
a un buen ritmo, 3’42” me marcó el último kilómetro, cruzando la meta muy
contento y satisfecho, marcando un tiempo cercano a los 22 minutos a un ritmo
medio de 4’07” el kilómetro, algo impensable minutos antes, pues incluso haber
completado la carrera con un ritmo cercano a 5’ el kilómetro, ya era un éxito
para mí, y lo más importante, sin mucho dolor, por lo que el objetivo está más
que cumplido, aunque eso sí, lejos del podio al cual había estado abonado estos
últimos años, pero paradójicamente casi más contento y satisfecho. Ahora a seguir recuperandose, hasta que esté totalmente recuperado y empiece a entrenar con normalidad y regularidad.
La siguiente carrera en dar el pistoletazo de salida sería
donde Ángela debutaba en una San Silvestre, y donde Jorge también era de la
partida pues aquí había varias categorías juntas.
Jorge, con experiencia en varias carreras y sabedor que el
constipado que arrastra no le permitiría rendir al 100% fue conservador y en
todo momento fue disfrutando de la carrera, y del ambiente, que a pesar de la
baja temperatura sigue siendo espectacular.
Por parte Ángela, que salió en grupo, disfrazada, fue
disfrutando también de todo el recorrido y cruzó la meta satisfecha de su participación.
La sorpresa fue durante la entrega de trofeos, pues no se
esperaba subir al podio local, como así hizo como tercera clasificada veterana,
ya que el grupo de compañeras con el que hizo todo el recorrido, tuvo la
deferencia de dejarle cruzar la línea de meta en esa tercera posición, a pesar
de tener todas las integrantes ser más rápidas, por lo la alegría e ilusión fue
inmensa.
Así pues, y tras unas 4 horas después de haber salido de
casa a recoger el dorsal, volvíamos de nuevo en familia, los 4 integrantes
todos satisfechos de haber despedido el año corriendo, cada uno con su objetivo
más que cubierto, por lo que la despedida final del año fue más amena aún si
cabe.
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